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El terror: razón política de Malvinas

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El terror: razón política de Malvinas

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Por Mario Hernandez | 02/04/2025 | Argentina

Fuentes: Rebelión

Adiestrados por los norteamericanos para la seguridad interna los militares argentinos fueron contundentes en la cacería interior, pero derrotados en la guerra real

Muchos de los temas políticos
que intenta reinstalar el mileismo en relación a la reivindicación
de la última dictadura, Malvinas, la privatización de la economía
y los reparos militares a participar en la represión interna,
actualizan el pensamiento de León Rozitchner (LR) sobre estos temas.

Desde mediados de los 70
hasta fines del 2001, la mayoría de los argentinos acompañaron
abiertamente o en silencio el genocidio perpetrado por las FF AA,
alentaron la guerra de Malvinas y luego la privatización de nuestra
economía.

La coherencia subjetiva como núcleo de verdad histórica

En Malvinas: de la guerra
sucia a la guerra limpia
, LR polemiza con el Grupo de Discusión
Socialista integrado, entre otres, por Olga Pisani, José Aricó,
Emilio de Ipola, José Nun, Nora Rosenfeld y Juan Carlos Portantiero,
que publicaron la declaración “Por la soberanía argentina en las
Malvinas: por la soberanía popular en la Argentina”, donde
sostenían que la dictadura militar había tomado en sus manos una
reivindicación nacional justa y que su derrota era gravísima no ya
para el gobierno sino para los sectores populares que la tomaban como
propia.

LR les recuerda que esa
posición ya la había asumido ante el triunfo de Perón en 1973:
“Seguimos consecuentemente nuestra tarea de comprender el
sentimiento de nuestra historia, y pese a que las masas reencontraron
su destino con Perón, y pese a que algunos intelectuales
arrepentidos de su deseo engrosaron este apoyo, fracasaron todos
estruendosamente llegando a la implantación de la dictadura más
feroz que Perón haya, con su fracaso y modalidad política,
producido”.

Apoyar a las masas en cada
decisión al estilo de “el pueblo nunca se equivoca” como
criterio de verdad es lo que LR cuestiona a sus colegas. Y sostiene:
“La contradicción de nuestro deseo, que desea el fracaso militar
argentino, consistiría entonces en que no vemos ni comprendemos,
como lo hace el pueblo, que en el lugar del mal está simultáneamente
presente la consecución, aunque equívoca, del bien, y que el que
retorna por la fuerza la soberanía de las Malvinas puede ser el
mismo que destruye la soberanía efectiva del país
”. (negritas
nuestras)

Y agrega: “Así entonces
hay también en nuestros militares un doble deseo: matar a los
argentinos que se les opongan, liquidar -como lo han hecho- la
soberanía efectiva del país pero, por otro lado, recuperarla en el
otro deseo hecho evidente de recuperar la soberanía sobre las
Malvinas”.

Y concluye: “Pero el origen
de este planteo actual lo hemos visto, como un adelanto de su
eficacia histórica, en la pasada adhesión a Perón de muchos amigos
y compañeros, ahora muertos”.

Para LR el sentimiento
popular no siempre tiene la razón, tampoco se la niega, habla de una
experiencia histórica-subjetiva que no puede ser sustituida como
pretendió la intelectualidad y la vanguardia política de izquierda
en los 70. Recordemos que también Paulo Freire en Pedagogía del
oprimido
cuestionaba este comportamiento militante[1]. La
declaración suscripta por los mismos protagonistas 6 años después
reivindica la operación inversa.

LR señala que quienes
apoyaron la recuperación de Malvinas cayeron en la fantasía abierta
por los militares. La realidad eran la implementación e impunidad
del terror, la destrucción de la soberanía nacional, la carencia de
una política solidaria con las naciones oprimidas. Esas eran las
premisas fundantes de la dictadura y, por lo tanto, la victoria era
imposible de alcanzar. [2]

Para LR los militares
quisieron desviar la vista del crimen fundante que cometieron y que
también lo haga el país. Canjear la “guerra sucia” por la
“guerra limpia”. Pero para LR ambas son “sucias”. Lo otro
significaría excluir la realidad vivida: el terror.[3] Que es
insoportable, intolerable. En Malvinas van a morir tantos jóvenes
por la decisión de los mismos que los habían diezmado en el
interior del país.

LR se pregunta: “¿Se puede
decir: estoy contra de la Junta y apoyo el hecho de retomar las
Malvinas? ¿No se ve que, con esa Junta, y con ese país que ella
destruyó, y con su política, y con su dominación interior, y su
aislamiento exterior, era imposible emprender la recuperación?
¿Hasta tal punto el terror y el hábito de la dependencia nos
cegaron para impedirnos ver las condiciones materiales sin las cuales
no hay política justa?”.

LR no tiene dudas: “Fue, y
debemos tenerlo claro, un ejército de ocupación al servicio de la
destrucción de la nación”. Aunque la causa era justa carecía de
base material, de base humana y, por tanto, de base moral. Malvinas
fue una continuidad de la represión ilegal, de la entrega nacional
al imperialismo. Un resultado del origen de la Junta seis años
antes. No un acto aislado.

Los fantasmas de los asesinados

Todavía persiguen a los
“viejitos” que la vicepresidenta y el mileismo quieren liberar
echando un manto de olvido sobre el genocidio, cuestionando el número
de detenidos-desaparecidos por las FF AA del Estado y reivindicando
la “gesta” de Malvinas el año pasado en un desfile subidos a un
tanque militar.

Los militares pensaron que la
“reconquista” de las Malvinas les permitiría reconquistar el
corazón popular, encubriendo los crímenes y la entrega cometidos.
Entonces, emprendieron una guerra que simulara ser de verdad que
encubriera la “guerra sucia”. Ligar el deseo popular con su
propio deseo, con “los justos intereses populares” dejando de
lado el terror interiorizado en la carne y la imaginación.

Los militares habían
comenzado a comprender la capacidad de resistencia de nuestro pueblo
que alcanza un punto culminante el 30 de marzo, dos días antes de la
ocupación de Malvinas, y que llevaba más temprano que tarde a su
caída. Recurrieron entonces a la única reivindicación nacional que
los unía simbólicamente con el pueblo. Pero cuando comenzó la
guerra lo simbólico se hizo real y la realidad mostró las
limitaciones de un ejército de ocupación del territorio nacional
que trataba al pueblo como si fuera un enemigo.[4]

La subida de la resistencia
popular determinó Malvinas. Pero no solo la búsqueda de impunidad
guió su accionar. Para LR también la cobardía del asesino que se
hace el valiente porque cuenta con la impunidad del

poder
que le permitió asesinar a miles de compatriotas. LR se asombra que
no sientan vergüenza de llamar guerra a un “asesinato a sangre
fría, homicidio agravado por indefensión, alevosía y satisfacción
en la tortura: abyección”.

Pero presentían que el poder
del pueblo se uniría a los fantasmas de los asesinados, de los
muertos en el reclamo de memoria, verdad y justicia. Tarde o temprano
estarían sitiados por el pueblo en el interior de la nación por el
poder que creían haber vencido. Entonces emprendieron la “guerra
justa” que creían tener ganada de antemano por el apoyo que
suponían de EE UU como había ocurrido a partir del 24 de marzo de
1976. Pero afuera los esperaba un enemigo de verdad.

Pero al ser vencidos los
esperaba aquello de lo que pretendían huir: el poder popular que
ahora sabía que, aunque leones adentro contra un pueblo indefenso,
eran en realidad tigres de papel. Lo cual quedó inscripto
definitivamente en la historia nacional. La única guerra justa que
emprendieron la perdieron prácticamente sin combatir. Un caso
paradigmático será la entrega del capitán Astiz sin combatir en
las Georgias. El mismo que delataba madres indefensas, torturaba y
asesinaba, aterrado, solo piensa en salvar su vida cuando se enfrentó
por primera vez a una fuerza de verdad. Y una vez más la mayoría de
los muertos son los jóvenes del interior, porque es contra el pueblo
argentino que siempre combatieron.

Adiestrados por los norteamericanos para la seguridad interna fueron contundentes en la cacería interior, pero derrotados en la guerra real, el poder con respecto a la población se debilita y se retiran del gobierno un año y medio después.

Notas:

[1] En un texto
anterior, La educación como práctica de la libertad (1969),
Freire señalaba: “Lo que importa, realmente, es ayudar al hombre a
recuperarse. También a los pueblos. Hacerlos agentes de su propia
recuperación. Es, repitamos, ponerlos en una posición
conscientemente crítica frente a sus problemas.

El asistencialismo, al
contrario, es una forma de acción que roba al hombre condiciones
para el logro de una de las necesidades fundamentales de su alma: la
responsabilidad”. Agregaría el asistencialismo político.

[2] “Decíamos que no se
podía ganar esta guerra por las mismas razones por las cuales
decíamos antes que con el peronismo no podía haber revolución.
Porque en ambos casos estamos nadando en la ilusión”. LR en
Malvinas.

[3] “Yo sé como ustedes
que el terror es terrible, y cómo cala en cada uno, cómo sigue
mordiendo, y gruñendo en todo intento de liberarnos para ir más
allá y poder enfrentar la densidad de la realidad; cómo muerde y
gruñe en cada amor, en cada amistad, en cada hijo, en cada afecto, y
qué difícil es vivir con él, creyéndolo vencido. Peor es olvidar,
porque seguirá de todos modos estando presente, solo que en adelante
con nuestra complicidad”. Ídem ant. Pág. 87

[4] “Fueron todos los
niveles de la realidad los saqueados, sin límite ni ley, en la
medida que expresaran una capacidad siquiera implícita de resistir
esa ocupación militar… Pero en esta destrucción los militares se
sabían y se sentían responsables: en algún lugar, pese a todo su
poder, seguían temiendo la reacción, la resistencia”.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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