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La temible militarización de Europa

por Redaccion
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Los líderes europeos quieren aumentar drásticamente el gasto en defensa y preparar sus economías para la guerra. Hay planes para introducir, (por ahora), el servicio militar voluntario e instalar un escudo nuclear. Varios países están dispuestos a enviar tropas a los países vecinos de Rusia, incluida Ucrania.

Boris
Pistorius, el exministro de Defensa de Alemania, ha declarado que su
país se estará “preparado para la guerra” (Kriegstüchtigkeit)
en 2029. El hacha de guerra se está desenterrando.

«Hemos sido traicionados por Trump y amenazados por Putin, por lo que debemos aumentar nuestros esfuerzos militares y prepararnos para la guerra». Ese es el relato que la élite europea nos presenta y que se difunde ampliamente en los medios de comunicación convencionales.

Sin
embargo, ese relato oculta las verdaderas razones y causas
subyacentes de esta fiebre bélica.

Declive

La
militarización de Europa se desarrolla en el contexto de una crisis
económica más amplia. Desde la crisis financiera de 2008 la
economía europea ha tenido dificultades para encontrar nuevas
vías de
crecimiento. La crisis del COVID-19 golpeó duramente la economía y
debido a las
sanciones económicas impuestas a
Rusia, que hemos renunciado a nuestra fuente de energía barata.

Debido
a una obsesión por la austeridad, los gobiernos han descuidado
sectores esenciales para el desarrollo de la productividad, como la
educación y la ciencia. Por su parte, los oligarcas financieros no
han invertido lo suficiente sus ganancias monopolísticas en nuevas
tecnologías para hacer frente a la
competencia de EE.UU. y China.

El
resultado es que Europa está rezagada tanto tecnológica como
económicamente.

Tampoco
las cosas van bien en el ámbito geopolítico. Europa y EE.UU. no han
logrado transformar a Rusia en una semicolonia después de la caída
de la Unión Soviética ni provocar un cambio de régimen capitalista
en China.

Se
esperaba que al admitir a China en la Organización Mundial del
Comercio e invertir fuertemente en el país, las fuerzas capitalistas
crecerían tanto que con el tiempo tomarían el poder del Partido
Comunista, una idea
ilusa.

Al
seguir servilmente a EE.UU., Europa ha descuidado la construcción de
una estructura de seguridad equilibrada después de la caída de la
URSS, una que también incluyera a Rusia.

Ahora,
tanto Rusia como China se han convertido en adversarios formidables,
a los que no se puede tomar a la ligera.

Especialmente bajo el impulso de China, a través de los BRICS los países del Sur Global también están formando un contrapeso cada vez mayor frente al dominio del Norte.

La lucha ha comenzado

Es
en este contexto en el que
la élite estadounidense, encabezada por Trump y Musk, ha lanzado una
agresiva campaña para salvaguardar la supremacía absoluta de EE.UU.
(«Make America
Great Again»),
incluso a expensas de sus aliados más cercanos.

Esto
significa que ha estallado la lucha entre EE.UU. y las otras grandes
potencias imperialistas. En el Foro Económico Mundial de Davos,
Ursula von der Leyen lo expresó de la siguiente manera: «El
orden mundial basado en la cooperación, tal como lo imaginamos hace
25 años, no se ha hecho realidad. En su lugar, hemos entrado en una
nueva era de feroz competencia geopolítica. Las economías más
grandes del mundo compiten por el acceso a materias primas, nuevas
tecnologías y rutas comerciales globales. Desde la inteligencia
artificial hasta la tecnología limpia, desde los ordenadores
cuánticos hasta el espacio, desde el Ártico hasta el Mar de China
Meridional, la carrera ha comenzado».

La
fuerza motriz detrás de esta carrera es la búsqueda de la máxima
ganancia y la expansión del capital monopolista occidental. Eso es
lo que está en juego y de lo que realmente se trata. Para participar
en esta carrera, se juega la carta militar. O como dijo el
excanciller alemán Gerhard Schröder: «Un
país solo cuenta verdaderamente en el escenario internacional si
también está dispuesto a ir a la guerra».

Una excusa

Carece
de sentido la
principal excusa para la actual fiebre bélica, a saber, que Rusia
representa una amenaza militar. Moscú no tiene intención alguna de
expandirse. Según expertos como Jeffrey Sachs y John Mearsheimer, la
invasión de Ucrania fue para Moscú una respuesta a la expansión de
la OTAN hacia el este y a la militarización de Ucrania. Moscú lo
consideró una
amenaza existencial.

En
términos de guerra convencional, Europa no es rival para Rusia. El
Kremlin ya se ha atascado rápidamente en Ucrania, que es un país
mucho más débil que los países europeos. Y si finalmente hubiera
un enfrentamiento entre Europa y Rusia, estaríamos en un escenario
nuclear, un final
que nadie desea.

Una economía de guerra

En
otras palabras, las tensiones militares actuales no son tanto el
resultado de contradicciones geopolíticas con Rusia, China y ahora
también EE.UU., sino que están arraigadas en la obsesión del
capital monopolista occidental por obtener máximas ganancias y
expansión.

Para
asegurar las ganancias de los monopolios occidentales, deben
garantizarse las inversiones y los mercados en el extranjero, así
como el suministro de materias primas baratas desde esos países. Y
para ello es indispensable un aparato militar fuerte a
fin de imponer orden a países rebeldes si
es necesario.

La
militarización también impulsa la economía. La economía de guerra
no depende del poder adquisitivo de la población, sino de las
decisiones de los líderes políticos. Las compras militares pueden
proporcionar (temporalmente) algo de oxígeno a una parte de la
industria, aunque se haga a costa de otros sectores. Es lo que Reagan
intentó en los años 80 con su Star
Wars
y lo que hizo Hitler en la
década de 1930.

En
Bélgica, y probablemente en otros lugares, la militarización puede
ir acompañada de una ola de privatización sin precedentes. Parte
del dinero para los gastos militares podría obtenerse vendiendo las
joyas de la corona del patrimonio nacional o parte de ellas. La
militarización sirve como palanca para la privatización.

Esta
economía de guerra está orientada a una verdadera preparación
bélica. Durante la Guerra Fría los países europeos tenían grandes
ejércitos permanentes. Tras la caída de la Unión Soviética se
desplegaron tropas de intervención móvil para operaciones rápidas,
como vimos en Libia y Siria.

Ahora
hay planes para volver a introducir
el servicio militar obligatorio, construir infraestructura militar y
establecer estacionamientos prolongados en el extranjero, como en los
Estados bálticos y Ucrania. También se están considerando otras
opciones, como la discusión sobre un escudo nuclear.

Muchos
indicios apuntan a que una guerra mundial se está convirtiendo en
una posibilidad real para las élites financieras y económicas.

Consecuencias

Una
militarización de este tipo tiene consecuencias profundas para la
sociedad. El dinero tiene que salir de alguna parte. Actualmente,
Europa gasta aproximadamente el 2% de su PIB en defensa. Si quiere
alcanzar la norma de 5%, tendrá que destinar alrededor de 500.000
millones de euros más al año en defensa.

Con
gobiernos de derecha, el fuerte aumento de los presupuestos de
defensa inevitablemente se hará a costa del gasto social, así como
del Green Deal,
cuyo presupuesto anual es de 86.000 millones de euros.

Ya
mencionamos anteriormente que la militarización probablemente irá
acompañada de una ola de privatización sin precedentes en la
economía.

El
desarrollo de un verdadero Euroejército también traerá consigo un
importante déficit democrático. La estructura de mando estará en
el nivel europeo. Pronto serán los tecnócratas europeos, y no los
gobiernos o parlamentos nacionales, quienes decidirán si nuestros
jóvenes deben ir
al frente de guerra.

Finalmente,
la militarización de nuestras economías y sociedades solo aumentará
las tensiones en el continente europeo. En lugar de construir una
estructura de seguridad equilibrada, estamos iniciando una peligrosa
carrera armamentista y avivando aún más la hostilidad contra la
potencia nuclear rusa.

Una decisión histórica

Europa
se enfrenta a una decisión histórica. El proceso de militarización
conlleva enormes costos económicos, desmantelamiento social, retraso
en la transición ecológica en la economía y un déficit
democrático, mientras que el riesgo de un conflicto mayor es cada
vez más real.

¿Beneficia
realmente esta
militarización a la ciudadanía
europea o solo a
las élites económicas y a la industria armamentística? ¿Nos
dejaremos arrastrar por la fiebre bélica o elegiremos prosperidad,
sostenibilidad y una estructura de seguridad equilibrada en el
continente?¿Seguiremos a Estados Unidos en su lógica imperialista y
militarista o construiremos un proyecto europeo independiente, basado
en una
cooperación respetuosa con los países del Sur Global?

Los
próximos años serán cruciales para responder a estas
preguntas.

Fuentes:

Übergang
zur Kriegswirtschaft?

“C’hanno
rimasto soli…”.
L’Unione
Europea cerca un ombrello nucleare

Guerre
en Ukraine : comment les chefs d’État européens préparent les
esprits à une guerre avec la Russie

Trump’s
Munich Strategy

Texto
original:
https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2025/02/28/de-angstwekkende-militarisering-van-europa/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y Rebelión como fuente de la traducción.

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