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El pueblo debe cuidar al pueblo
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Por Alberto Nadra | 14/03/2025 | Argentina
Fuentes: Rebelión
Poco para agregar a las imágenes de la brutal represión a los jubilados, de la que participé como hincha de fútbol y como “adulto mayor”, al que el gobierno de Javier Milei –como a todos- pulverizó su haber y le arrebató la gratuidad de los medicamentos.
Si, en cambio, voy a responder un par de infamias que, al igual que con la dictadura, medios y periodistas colaboracionistas vuelven a contaminar a quienes no participaron en la marcha, en perfecta sintonía con el gobierno represor, ya en franca deriva predictatorial. Si, predictatorial, pues no solo avanzan sobre la institucionalidad liberal, sino que violan todas las leyes internacionales que salvaguardan los derechos humanos y forman parte de la Constitución.
También,
intentaré adelantar algunas
conclusiones políticas sobre la etapa
que se abre en el país.
El
12 de marzo de 2025,
para bien y para mal, marcará una
fecha ineludible para los argentinos.
Ese día, como cada miércoles de protestas gaseadas y castigadas a
bastonazos y balas de goma, marchamos al Congreso para decir basta
al ajuste y la represión.
Esta
vez no estuvimos solos: de la mano de la valiente decisión de las
hinchadas de casi todos los clubes de fútbol, muchos de ellos
también jubilados, decenas de organizaciones convocaron a rodear la
protesta, a impedir que sigan golpeando, como lo vienen haciendo, una
y otra vez.
Días
antes, comenzó
la campaña del gobierno y los medios de prensa adictos,
así como centenares de “trolls” del oficialismo.
En
un caso, asegurando que la convocatoria pertenecía a las “barras
bravas” del futbol, conocidas promotoras de la violencia en el
deporte y anticipando “provocaciones”; en otros, lisa y
llanamente llamando a “golpear sin piedad” e, incluso, “meter
bala” a los manifestantes.

Los
primeros nos saturaron con notas escritas y televisivas en la que por
ignorancia, o abierta mala fe, trataron de confundir a los que
tienen pocas jornadas de “tablón” en las tribunas. Suponen
que no sabemos diferenciar “barras” de hinchada. Hinchadas que
nada tienen que ver con la violencia en el fútbol. Todo
lo contrario. Son animadores de las comisiones de cultura, género o
derechos humanos de los clubes, las que organizan penas y
agrupaciones, o la solidaridad en sus barrios.
Ser
hincha
de Boca, Ríver, Independiente, San Lorenzo, o cualquier otra de las
centenares de instituciones deportivas, es
mucho más que ir a una cancha de futbol.
Si
investigaran, vieran sus propias filmaciones, podrían comprobar
que, en más de un caso, quienes marcharon, jubilados e hinchas,
fueron los mismos que día y noche aportaron y ordenaron, desde sus
sedes, la ayuda para Bahía Blanca, sumergida bajo las aguas,
víctima de la mayor catástrofe de su historia.
La
provocación organizada
Como
ya es habitual, la verdadera provocación fue la de las fuerzas de
choque de Patricia BullShit y los trolls de Milei, que ya
había llamado impunemente a reprimir, a barrer a los manifestantes
con garrotazos y balas,
mucho antes de que miles de manifestantes llegaran a la cita.

Es
la represión, no la justa autodefensa popular ante la agresión, la
que brinda el escenario necesario para la acción de los
provocadores,
que-como tantas veces- quedaron en evidencia.
Horas
antes
del despliegue de más de mil efectivos de todas las “fuerzas de
seguridad” -y lo comprobaron fotos, filmaciones y testimonios-
repartieron piedras en esquinas, contenedores y hasta debajo de
algunos autos.
En
plena represión,
planificada previamente por BullShit con la consigna de “golpear
primero”, una cámara captó el intento de un gendarme de plantar
un arma para facilitar la provocación: sencillamente la arrojó –y
dejó, para que no queden dudas- al césped de la plaza… El mismo
libreto tuvieron los incendios de patrulleros y motos policiales,
curiosamente abandonados previamente por sus ocupantes, en el primer
paso con sus puertas sugerentemente abiertas.

Los
engaños, las mentiras y la saña no funcionaron ni amedrentaron,
al menos a una parte importante de nuestro pueblo, que desafió la
trampa del miedo que intentaron sembrar, ahora y en el futuro: hacia
la medianoche, miles de ciudadanos atronaron las calles con
cacerolazos de repudio. Otros miles marcharon, ahora a la Plaza de
Mayo, sumando voluntades al pasar por cada barrio.
Sin
vergüenza, en conferencia de prensa el jueves 13 de marzo, la
ministra de Inseguridad denunció un “intento de golpe”, al
parecer con “barras” que, como se respondió en voz alta, eran
“peligrosos golpistas como una señora de 87 años armada con un
bastón (Beatriz Bianco, derribada y herida con un garrotazo), un
fotógrafo con su cámara (Pablo Grillo, en grave estado, luchando
por su vida) y un niño de 12 años” (Lautaro Cuevas) que, de
regreso de clases, portaba su amenazante mochila escolar para
desestabilizar al gobierno, por lo que le precintaron las manos por
detrás de la espalda.
¿Qué
es lo importante en estas horas?
Con
la bronca popular y personal a flor de piel, intento responderme esta
pregunta.
Entiendo
que, en primer lugar, la
masividad y amplitud de la convocatoria:
un centenar de organizaciones, artistas, motoqueros, futbolista
profesionales, las centrales sindicales, entre tantas.
Por
otro lado, un dato más que significativo: los
puentes que se tendieron con otras luchas, hasta ahora casi siempre
aisladas.
Gremios y trabajadores en pleno conflicto se hicieron presentes,
hasta donde les permitió la represión: estatales, aceiteros,
docentes, algunos de ellos en huelga general, otros con fecha para
iniciarla.
También
los profesionales del Hospital Bonaparte, muchos de ellos
cesanteados, pero que instalaron las postas sanitarias que atendieron
a los heridos. Emocionante, hasta llegó una delegación de los
trabajadores de la gráfica Anselmo
Morvillo,
que hace 14 días ocupan la fábrica luego del cierre patronal.
Otra
conclusión, tal vez la más importante, es que con los jubilados,
como sucede en Bahía Blanca, quedó
en evidencia la responsabilidad de este gobierno autoritario y
destructor del Estado,
salvo para utilizarlo en beneficio del privilegio.
Ajuste
y represión a los jubilados, en un caso, cruel indiferencia y
abandono en el otro.
En
Bahía
Blanca
hicieron oídos sordos a los trabajos de dos científicas del CONICET
que advirtieron de la posibilidad del impacto climático. Oídos
sordos que también ostentaron anteriores gobiernos, pero éste
también vació en forma criminal áreas claves del área de
Emergencias, como lo hizo con la del Fuego, decisión que ya acumula
victimas que eran evitables.
No
exageramos. Pocos saben que, en la ola de cesantías en el estado
nacional mandaron a sus casas a personal altamente calificado:
mecánicos, maquinistas, topógrafos y laboratoristas de Vialidad,
profesionales claves para la prevención de las inundaciones;
ahora, para hacerle frente y, luego, emprender la reconstrucción de
la ciudad.
Cinco
días pasaron desde que las aguas arrasaron la ciudad para que Javier
Milei se dignara a una fugaz visita. Por algo los insultos que
recibió, al igual que sus ministros Guillermo Francos, Patricia
BullShit y Luis Petri.
Un
cuarteto que dice que solo puede enviar 10.000 millones de pesos en
esta emergencia, cuando se necesitan 400.000 millones, y solo en esta
etapa. Francos, que sabe bien que hace 15 meses que frenaron las
partidas de educación, vivienda y seguridad a la provincia de Buenos
Aires, tiene la caradurez de decir que eso es todo lo que puede el
gobierno nacional, pues se trata de un problema de la provincia y el
municipio. Jefe de Gabinete de Ministros, este caradura debería
saber que todos los años Bahía Blanca aporta millones de dólares
al Tesoro, casi un 1% del total de la riqueza que producimos los
argentinos.
El
gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en cambio, y aunque todo es
poco, da la cara y viaja varias veces con todo su gabinete para
comenzar a implementar 10 medidas de emergencia por 273.000 millones
de pesos. 400 mil, 273 mil, 10 mil… que cada uno saque sus
conclusiones.
El
pueblo debe cuidar al pueblo. Los dirigentes, dirigir
En
la
masiva
solidaridad con el pueblo de Bahía Blanca
–largas jornadas a lo largo y ancho de país, recolectando
centenares de toneladas de ayuda de los ciudadanos de pie—se
comprueba que la solidaridad sigue vigente en nuestro pueblo, que es
una de la sus más hermosas tradiciones.
En
el acompañamiento a los jubilados,
en su defensa física, pues no todo es el cacareado apoyo a Milei o
la resignación ante su ajuste.
Algunos
analistas hablan de un “fin
de ciclo”,
que ojalá lo fuera. Por lo pronto me animo a definirlo como un
momento bisagra.
Por
lo pronto vivimos un auge
de luchas
contra el ajuste, los despidos, los golpes a la educación, la
ciencia, la salud pública. Pero aún
aisladas y dispersas,
pese a los signos alentadores que se perciben en las últimas
jornadas.
Mientras
tanto, el
régimen se apoya en la sensación de estabilidad que genera la baja
de la inflación,
claro que a costa de una destrucción del aparato productivo cuyas
consecuencias se verán en el mediano y largo plazo. Se
apoya,
también y quizá principalmente, en la
ventaja de una oposición que solo realiza críticas tan altisonantes
como abstractas.
Lamentable,
pero muchos dirigentes del campo popular especulan con que la crisis,
por si sola, reduzca la base social de este gobierno y son incapaces
de generar propuestas viables, visible y comprensibles para el pueblo
trabajador.
En
estas horas, e incluso cuando fueron gobierno, se muestran incapaces
de asumir su verdadera responsabilidad, que es coordinar todas las
luchas que van creciendo y darles una dirección política,
unificarlas e impulsar la organización de la resistencia en
cada barrio, lugar de trabajo o de estudio, a lo largo y ancho de
todo el territorio.
No
es la primera vez en nuestra historia que una parte de la sociedad y
la política toma la delantera
ante la inoperancia de la partidocracia. Tampoco es novedad que
fútbol
y política están entrelazados,
ya que muchos clubes nacieron y llevan su nombre en homenaje a
luchas y gestas obreras, nacionales e internacionales.
Es
un buen
momento para dar un paso más
y convertir el repudio a Milei y sus secuaces en himno
de todas las hinchadas,
en cada fecha, en cada tribuna de la Argentina.
Tal
vez escuchen quienes deben escuchar.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.