Temas vigentes de Geopolítica. Selección de información de fuentes verificadas.
Recomiendo:
1
Entrevista con Atilio Boron, destacado politólogo, sociólogo y escritor argentino
«A pesar de la voracidad del imperio norteamericano América Latina saldrá airosa de este desafío»
Twitter
Facebook
email
Por Cris González | 28/05/2025 | América Latina y Caribe
Fuentes: Correo del Alba [Ilustración: Sebastián Angresano]
“América Latina nunca fue colonizada por países asiáticos ni menos africanos, sino por potencias europeas”
Una vez más en Correo del Alba nos sentamos a dialogar con Atilio Boron, destacado politólogo, sociólogo y escritor argentino, reconocido por su reflexión crítica sobre la política latinoamericana y el neoliberalismo.
Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Harvard, es una de las voces más influyentes en el análisis del imperialismo y las luchas sociales. Y hoy, en tiempos de incertidumbre, nos ofrece una perspectiva esclarecedora sobre el rumbo de la Región.
¿Puede América Latina resistir las
presiones de alineamiento impuestas por los Estados Unidos sin caer
en nuevas dependencias con China o Rusia?
Creo que habrá presiones muy fuertes por
parte de los Estados Unidos. He señalado en varias ocasiones que su
política exterior, bajo la administración Trump, especialmente para
esta Región puede resumirse en tres palabras: “mantengan a China
lejos”. Esta consigna guía tanto a los encargados del área
económica, como el Secretario del Tesoro —que visitó Argentina
hace poco—, como al jefe del Comando Sur, el almirante Holsey, cuyo
objetivo es impedir que China establezca relaciones sólidas con los
países latinoamericanos.
Esta situación parece ya un hecho
consumado o, al menos, extremadamente difícil y costoso de revertir
para los países de la Región. China es el principal socio comercial
de países como Brasil y Chile, y el segundo en economías como
Argentina y México, lo que muestra un relacionamiento muy fuerte.
Además, la presencia de Rusia está en aumento en la Región. Por lo
tanto, la respuesta de los Estados Unidos será contundente y
diversificada, incluyendo amenazas y posturas extremas.
Ya hemos visto ejemplos de estas
tensiones, como cuando Trump amenazó a Panamá con recuperar el
canal argumentando que lo construyeron y lo quieren de vuelta. Sin
embargo, más allá de estas amenazas verbales, poco logró
concretar. Por eso es fundamental prepararse para una embestida
fuerte, ya que los Estados Unidos podrían perder muchas regiones del
mundo, pero no están dispuestos a perder América Latina y el
Caribe.
¿Cuáles son los riesgos de seguir
insertos en un modelo extractivista-exportador dentro del
reordenamiento global? ¿Es posible pensar en una estrategia
económica soberana y regionalizada?
El extractivismo es un tema complejo que
no debe abordarse de manera superficial. Por ejemplo, países como
India –donde 824 mil niños mueren anualmente por enfermedades
gastrointestinales debido a la falta de alcantarillado y saneamiento–
necesitan desarrollar infraestructuras adecuadas para reducir la
mortalidad infantil, lo que implica explotar recursos minerales. No
se trata de rechazar el extractivismo, sino de equilibrarlo para
atender necesidades de salud pública.
En América Latina muchas comunidades
dependen de los recursos naturales y una postura antiextractivista
puede favorecer al imperialismo. Prefiero hablar de “aprovechar”
los recursos cuidadosamente en lugar de “explotarlos”.
No significa depender de China, Rusia o
India, aunque hay asimetrías económicas con estos países, pero no
son comparables con el imperialismo estadounidense. El verdadero
riesgo es consolidar una asimetría comercial, por lo que América
Latina debe negociar conjuntamente para obtener mejores condiciones.
¿Qué papel podrían jugar mecanismos
como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (Celac),
la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) o
el Mercado Común del Sur (Mercosur) para construir una voz propia en
medio de la confrontación entre potencias?
El papel de organizaciones como el ALBA,
la Celac, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) (si se logra
reactivar) y el Mercosur es fundamental para equilibrar la capacidad
negociadora frente a Asia y los Estados Unidos.
Estados Unidos históricamente ha
rechazado los procesos de integración latinoamericana, desde la
Doctrina Monroe de 1823. Su política exterior se centra en dos
puntos: mantener a China fuera de la Región y desunir a América
Latina. Ejemplos de esta estrategia incluyen el voto en contra de la
creación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(Cepal) –a diferencia de su apoyo a iniciativas similares en
África, Asia y Europa– y los intentos de debilitar instituciones
regionales como la Celac y la Unasur.
¿Está América Latina preparada
financiera y tecnológicamente para enfrentar una mayor
desdolarización global? ¿Qué alternativas monetarias viables
podrían adoptarse?
América Latina no está preparada para
enfrentar una mayor desdolarización global. Sin embargo, si los
Brics+ se consolidan y avanzan en estrategias como la propuesta de
las cinco R –monedas de los países fundadores que comienzan con R:
Brasil real, Rusia rublo, India rupia, China renminbi y el rand de
Sudáfrica– podrían lograrse avances. Además, China está
desarrollando un sistema alternativo al Swift, controlado este por el
Departamento del Tesoro de los Estados Unidos y que permite imponer
sanciones globales, como ocurrió con el banco francés Paribas
durante el gobierno de Obama.
Hay que avanzar cautelosamente hacia la
desdolarización. En Asia ya existen acuerdos de intercambio de
monedas locales y América Latina podría incorporarse gradualmente,
aunque debe prepararse para una posible contraofensiva de los Estados
Unidos ya que la desdolarización está disminuyendo el peso del
dólar en la economía global.
¿Qué oportunidades reales se abren
para la Región con la emergencia del bloque Brics+? ¿Es una vía
para la autonomía o un nuevo tipo de subordinación periférica?
El desplazamiento del centro de gravedad
de la economía mundial tiene un fuerte impacto en América Latina,
lo cual era previsible. Este fenómeno puede interpretarse como parte
de un proceso más amplio de desoccidentalización, lo que permite a
las economías más importantes de la región Asia-Pacífico
establecer relaciones con América Latina distintas a las que
históricamente mantuvo con sus antiguas potencias coloniales.
América Latina nunca fue colonizada por países asiáticos ni menos
africanos, sino por potencias europeas. Posteriormente, el
imperialismo también se asentó en Occidente consolidándose durante
el siglo XX, como lo analizaron Lenin y Rosa Luxemburgo, entre otros.
Que Occidente pierda el predominio
económico que tuvo durante cinco siglos puede ser beneficioso para
América Latina, dependiendo de cómo reaccionen los gobiernos, su
capacidad estratégica y su habilidad para articularse a nivel
continental. Aunque el centro de gravedad económico se aleje
geográficamente, el surgimiento de un sistema multipolar abre
posibilidades inéditas de desarrollo, crecimiento y prosperidad para
la Región.
¿Cómo puede América Latina
blindarse frente a las guerras económicas, tecnológicas y
financieras que las grandes potencias están intensificando a escala
planetaria?
Es clave recibir este proceso con
entusiasmo y aprovechar las oportunidades que presenta. No obstante,
el éxito dependerá de la sagacidad de los gobiernos y de la
capacidad de articulación regional. Negociar con China de manera
conjunta, como bloque de naciones –idealmente a través de la Celac
o al menos de algunos países coordinados–, es mucho más ventajoso
que hacerlo de forma individual.
Creo que los Brics+ tienen un enorme
futuro. Los cinco países originarios –Brasil, Rusia, India, China
y Sudáfrica– ya tienen una gravitación económica mundial
superior al G7. Y con la incorporación de otros cinco países, entre
los cuales iba a estar Argentina pero que finalmente no se incorporó
por decisión de Javier Milei –gobernante al servicio de los
grandes capitales, Estados Unidos e Israel–, el bloque sigue
consolidándose. Pensemos que los Brics+ tienen un banco que permite
realizar inversiones significativas en infraestructura sin pasar por
el Fondo Monetario Internacional (FMI) ni sus condicionalidades, lo
que significa una gran oportunidad.
Además, espero que Venezuela se
incorpore rápidamente a los Brics+, ya que había sido invitada. Con
todo, la Cancillería brasileña, torciendo la voluntad de Lula,
impuso un veto, lo cual es un escándalo. Brasil vetó el ingreso de
Venezuela a los Brics+, tal como lo hizo anteriormente con su ingreso
al Mercosur, lo que refleja una de las mayores falencias del gobierno
de Lula. Lo que pasó recientemente en la Cumbre de Kazán demuestra
que la Cancillería brasileña sigue siendo una especie de agencia
del Departamento de Estado estadounidense, repitiendo el mismo error.
Es cierto que la posibilidad de una
dependencia existe siempre, pero en cualquier esquema. No es una
fatalidad, sino un producto de cómo se juegan en el tablero de la
geopolítica y economía mundial los distintos gobiernos: si juegan
con racionalidad, con responsabilidad y con apoyo popular pueden
hacer algo muy valioso.
¿Está la izquierda latinoamericana
articulando un proyecto económico alternativo al neoliberalismo que
contemple el nuevo orden multipolar o sigue anclada a esquemas del
siglo XX?
En mi opinión –y subrayo que es solo
una opinión–, estamos muy demorados en esa tarea. Sin embargo,
para hacer justicia a las izquierdas de la Región, hay que reconocer
que tampoco las izquierdas de otras partes del mundo han sobresalido
por su capacidad de repensar un nuevo orden económico y político
internacional.
La experiencia de China es peculiar y no
sé hasta qué punto sea universalizable. Aunque tiene elementos
valiosos, no creo que para salir de la globalización neoliberal –que
está desinflándose– debamos adoptar el modelo chino. Estoy en
contra de eso, porque ningún proceso histórico genuino es copia de
otro; los procesos históricos son únicos y replicarlos no garantiza
buenos resultados. China puede ser una fuente de inspiración para
algunas políticas, especialmente en lo referente a la inversión en
infraestructura tecnológica y científica, que ha sido clave en su
desarrollo. En América Latina, en cambio, eso se ha hecho muy poco,
y ningún país –ni siquiera Cuba– está en condiciones de
reproducir el modelo chino.
En resumen, creo que aún estamos
pensando en un postneoliberalismo sin contar con una propuesta clara
que pueda ser adoptada por la mayoría de los países. En su momento
el desarrollismo latinoamericano intentó aplicar una fórmula común
con resultados variados, pero siempre dentro de los límites del
orden burgués. Ahora enfrentamos un contexto multipolar, con
gigantes económicos como China, India, Malasia e Indonesia, que han
conseguido grandes avances gracias a la fuerte presencia del Estado
en el desarrollo. En América Latina incluso los sectores de
izquierda mencionan el papel del Estado con cierta cautela, temiendo
ser acusados de “estatistas”.
El contexto actual está marcado por el
surgimiento de nuevas ultraderechas que dificultan visualizar y
debatir públicamente un modelo de desarrollo que no sea depredador
del medio ambiente, que fomente sociedades igualitarias y fortalezca
la democracia. No hay un modelo único a seguir, pero sí fuentes de
inspiración. Debemos considerar las condiciones particulares de
América Latina, donde cualquier intento de seguir caminos
alternativos puede enfrentar una respuesta agresiva de los Estados
Unidos, como ocurrió con Cuba, que ha pagado el precio de 65 años
de bloqueo y agresiones. Por eso al pensar en modelos alternativos es
clave tener presente esta especificidad regional.
¿Está de acuerdo en que atravesamos
por una etapa de desglobalización a nivel mundial? ¿Y por qué?
Es cierto, la globalización está en
crisis. No estoy muy seguro de lo que está pasando, porque, por una
parte, vemos que hay un proceso de interconexión y articulación
internacional cada vez más fuerte entre los países que participan
en la economía mundial. Por ejemplo, para hacer un iPhone se
necesitan partes, procesos, diseños o patentes de 23 países, esto
es un dato fenomenal y está absolutamente comprobado. Pueden
buscarlo en Internet y verán.
¿Qué quiere decir eso cuando decimos
que se desglobaliza el mundo? ¿Quiere decir que volvemos a la era de
los Estados-nacionales autárquicos y que ya no hay más una economía
mundial? Personalmente no veo ese proceso ni siquiera en ciernes, de
ninguna manera. Creo que estamos avanzando hacia una globalización
de otro tipo, y por eso a mí no me gustó mucho el término y
siempre preferí usar lo que proponía Samir Amin, que hablaba de
“mundialización”.
Evidentemente ha habido una
mundialización de los procesos productivos y de los conflictos
sociales. Hay una creciente articulación entre las fuerzas sociales
que pugnan por salir de este orden caduco del capitalismo financiero,
el capitalismo parasitario, como decía Lenin. De manera tal que yo
creo que lo que estamos viendo más bien es el agotamiento de un
modelo de mundialización capitalista basado en el predominio
absoluto de los Estados Unidos y del capital financiero.
Cuando uno observa la expansión de la
Franja y la Ruta de China, que ha incorporado a 149 países en este
esquema económico, pensar que hay una desglobalización resulta
contradictorio con este hecho que demuestra que tenemos una economía
cada vez más globalizada o mundializada. Solo que no es la
mundialización neoliberal, sino una mundialización alternativa e
irreversible. La división internacional del trabajo –sobre la cual
trabajó tanto David Ricardo y que, por supuesto, entendió y criticó
muy bien Karl Marx– es una realidad. El ejemplo del iPhone se puede
reproducir en infinidad de productos.
¿Cómo percibe la realidad de la
Región en términos políticos-ideológicos? ¿Cuáles serían los
peligros y las oportunidades en esta nueva contingencia mundial?
Creo que en América Latina hay
condiciones para pensar en una alternativa capitalista, moderadamente
postcapitalista, considerando, por ejemplo, la desmercantilización
de la salud, la industria farmacéutica, la seguridad social y la
educación. Me parece importantísimo que pudiera hacerse, en algunos
países se ha avanzado en esa dirección (estoy pensando en el caso
de México), un gran programa de expansión educacional, la defensa
del carácter público del sistema de seguridad social y acabar con
el robo y la estafa gigantesca que son las AFP, por ejemplo, en
Chile. Creo que es posible avanzar en esa dirección, pero siempre
teniendo en cuenta la omnipresencia del imperialismo norteamericano,
que hará lo imposible para fomentar una reacción de derecha y de
extrema derecha.
La derecha siempre ha sido así:
autoritaria y elitista. Ahora, cuando los Estados Unidos se sienten
amenazados, hay más necesidad que nunca de controlar esta parte del
mundo, fomentando formaciones políticas de derecha, y han tenido
bastante éxito. Por ejemplo, en Chile hay una fuerte influencia de
la derecha, al igual que en Argentina y Brasil. En Bolivia también
hay candidatos de extrema derecha; y en Colombia, Perú y Ecuador hay
una fuerte presencia de la derecha.
Termino diciendo que hay signos de cambio
en la Región, que es un continente en disputa, la región más
importante para los Estados Unidos. Sin embargo, la incorporación de
México en los últimos años al ciclo progresista con Andrés Manuel
López Obrador (AMLO) y ahora con Claudia Sheinbaum, Gustavo Petro en
Colombia, Xiomara Castro en Honduras y el retorno del Frente Amplio
(FA) al poder en Uruguay muestran avances. En Brasil, Lula se
sostiene a pesar de una coalición derechista que forma parte de su
gestión gubernamental.
A pesar de la voracidad del Imperio
norteamericano para acabar con nuestros intentos de independencia,
creo que América Latina saldrá airosa de este desafío. El nuevo
contexto internacional, la era del multipolarismo que llegó para
quedarse, nos ofrece cierta protección. Garantiza que algunas
acciones escandalosas del pasado, como la invasión a República
Dominicana en 1965, no serían permitidas en el nuevo contexto
internacional. Eso me da un poco del optimismo de la voluntad del que
hablaba Gramsci, aunque siempre moderado por el pesimismo de la
razón.
Cris González. Fundadora de la revista Correo del Alba.
*Cortesía de la revista Correo del Alba – https://www.correodelalba.org
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.