1. LA NUEVA ERA DE LAS DEPORTACIONES EN EE. UU.
El
regreso de Trump a la Casa Blanca está marcado por el inicio de
duras medidas de repatriación
forzada de migrantes,
prometidas durante su campaña electoral. En la historia de Estados
Unidos, las políticas de repatriación se han aplicado con
frecuencia: según un análisis del Migration
Policy Institute ,
durante la presidencia de Clinton fueron repatriadas más de 12
millones de personas, y durante la de Obama, alrededor de 5 millones.
Ahora, la nueva presidencia pretende superar las cifras de las
políticas anteriores, gracias también a los cambios normativos que
amplían el número máximo de personas deportadas, a pesar de las
restricciones
impuestas por los
tribunales locales.
2.
LOS “PAÍSES TRAMPOLÍN”
Además
de recibir desde hace tiempo a sus propios ciudadanos expulsados de
Estados Unidos, actualmente los países
de América Central
se ven obligados por la administración Trump a aceptar también
ciudadanos de otros países. Estas medidas de expulsión, en las que
los migrantes son trasladados a refugios aislados sin
un destino claro, han
desviado inevitablemente la atención hacia estos “países
trampolín”, como Panamá
y Costa Rica.
Unos 300 migrantes procedentes de países asiáticos, árabes,
africanos y otros más llegaron el mes pasado a Ciudad de Panamá en
tres vuelos, y fueron aislados en el hotel Decapolis de la capital
bajo
custodia policial.
Algunos de ellos pintaron o colgaron carteles con mensajes de auxilio
en las ventanas del edificio. Días después, un vuelo con 135
personas aterrizó en Costa Rica.
Hasta
ahora, el número de migrantes expulsados a América Central sigue
siendo bajo, aunque se espera un peligroso aumento. Los líderes de
estos países afirman estar simplemente cooperando con el ejecutivo
estadounidense, minimizando el alcance de las deportaciones.
Analistas advierten que los presidentes han
sido amenazados con aumentos arancelarios
en caso de no colaborar, y que probablemente otros países de la
región también se sumen a la recepción de ciudadanos expulsados,
como lo demuestran las señales
de apertura de El Salvador y Guatemala
. El presidente guatemalteco anunció
: “Hemos decidido aumentar en un 40% el número de vuelos con
personas deportadas, tanto de ciudadanos repatriados como de
expulsados de otras nacionalidades”, durante una rueda de prensa
junto al secretario de Estado estadounidense Marco Rubio.
Pero
¿por qué el ejecutivo estadounidense está utilizando a estos
países para llevar a cabo sus medidas de repatriación? Los
analistas sostienen que estas expulsiones permiten al nuevo
presidente deshacerse de problemas que surgieron durante su primer
mandato, en un intento por bloquear
la migración legal
. Las nuevas medidas de la presidencia Trump permiten resolver el
problema del hacinamiento en las cárceles, ya que la deportación de
ciudadanos de países con los que Estados Unidos mantiene relaciones
diplomáticas tensas –como
China, Irán o Afganistán– acelera los procedimientos. Además,
mediante estas medidas, Estados Unidos puede eludir
sus obligaciones jurídicas internacionales
de ofrecer la posibilidad de solicitar asilo a personas que corren
riesgo en sus países de origen. Las deportaciones rápidas también
permiten evitar otro obstáculo especialmente espinoso: según la
legislación estadounidense, las autoridades no pueden retener a
menores durante más de 20 días, estén acompañados por sus padres
o no. La mayoría de los migrantes deportados a América Central
hasta ahora han sido familias con niños.
3.
LA AMENAZA A LOS DERECHOS HUMANOS
Juan
Navarrete, abogado de derechos humanos de Amnistía Internacional,
considera que la mayoría de los migrantes necesita protección
internacional, ya que en
muchos casos provienen de países afectados por conflictos armados o
gobernados por regímenes autoritarios que no respetan los derechos
humanos.
Muzaffar
Chishti, investigador del centro de estudios Instituto de Política
Migratoria en Estados Unidos, explica cómo el gobierno
estadounidense se ha desentendido de sus responsabilidades hacia los
deportados, debido a la inaplicabilidad de sus leyes: “Una vez que
trasladas a estas personas, las leyes, la Constitución y los
reglamentos estadounidenses ya no se aplican. Si estas personas
tenían algún derecho según la ley estadounidense, al llegar a
Panamá o a Costa Rica ese derecho desaparece”, declaró
Chishti a BBC Mundo.
Pero
esta no será la parte más difícil del proceso para los dos países,
considerando que aún deben negociar con los llamados estados
“recalcitrantes”. Se trata de países que no
están dispuestos a colaborar
en la acogida de migrantes, lo que obligaría a buscar nuevos
destinos.