El quiebre de Occidente
La fracasada y grotesca reunión entre los Presidentes Volodimir Zelensky y Donald Trump el viernes en la Casa Blanca, en la que el estadounidense maltrató al ucraniano en presencia de los medios de comunicación internacionales, marca un giro de 180 grados en la política exterior de Estados Unidos y resquebraja seriamente su histórica alianza con el viejo continente. El mismo Zelensky que fue empujado hace tres años a la guerra desatada por Rusia –al desoírse los reclamos sobre su seguridad nacional, que hemos señalado en notas anteriores–, que fue apoyado militarmente por los Estados Unidos y recibido por el gobierno del ex Presidente Joe Biden con honores, ha sido echado de la Casa Blanca e invitado a regresar sólo cuando esté preparado para la paz.
Los mensajes del Vicepresidente estadounidense J.D. Vance en la Conferencia de Múnich del 14 de febrero, en los que cuestiona la democracia y los valores europeos, y el encuentro cuatro días después en Arabia Saudita entre los líderes de la política exterior de Rusia, Sergei Lavrov, y de Estados Unidos, Marcos Rubio, sin la participación de Ucrania y de la Unión Europea, fueron las primeras señales del divorcio occidental. Los hechos de esta semana dan cuenta de una ruptura definitiva.
En efecto, las visitas realizadas a Washington por el Presidente de Francia, Emmanuel Macrón, y por el Primer Ministro del Reino Unido, Keir Starmer –antes de la realizada por el Presidente ucraniano–, así como las posiciones antagónicas entre Estados Unidos y Europa en la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre la paz en Ucrania, impulsaron la ola que reventó el viernes con la salida de Zelensky de Washington sin ningún acuerdo.
Europa no la ve
Hasta antes de la llegada de Trump a la presidencia, los líderes europeos, con muy pocas excepciones, descartaban la paz como un escenario posible. Para el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, no había nada que negociar con Rusia y, por lo tanto, había que continuar con la muerte, las armas y la guerra, a pesar de que ya había sido ganada por Rusia. Total, la sangre la ponían los ucranianos y los rusos.
Pero la firmeza de Trump en llevar a cabo las negociaciones de paz en esa guerra, una de sus banderas de campaña electoral, traccionó a los europeos a considerar la paz como un escenario posible. El problema es que los líderes del viejo continente no parecerían haberse dado cuenta de que Rusia se impuso a Ucrania y que el derrotado no impone las condiciones de un acuerdo de paz.
Así, las visitas de Macrón a la casa Blanca el lunes y de Starmer el jueves tenían como objetivos defender el protagonismo de los líderes europeos en las conversaciones sobre Ucrania y ofrecer garantías con presencia militar en el caso de que se lograra un alto al fuego. El francés le dijo a Trump que no querían un “acuerdo débil” y que “esta paz no debe significar la rendición de Ucrania”. Con respecto a las tropas militares, Trump le respondió que no veía mayor problema en que Francia y el Reino Unido las estacionaran en territorio ucraniano en la frontera con Rusia, siempre que se consultara a las partes concernientes.
Al día siguiente, Serguei Lavrov señaló que “la decisión de desplegar fuerzas de paz es posible sólo con el consentimiento de ambas partes”, la rusa y la ucraniana. “Nadie nos pregunta sobre eso. Este enfoque, que creo que está siendo impuesto por los europeos, en primer lugar Francia, y también por los británicos, tiene como objetivo avivar aún más el conflicto”. Añadió que “ese planteamiento es engañoso, pues no se puede apostar por un acuerdo que persigue un único objetivo: volver a bombear armas a Ucrania”. Era obvio que no sería aceptado por Rusia, tratándose precisamente de los dos países garantes del Acuerdo de Minsk 2 de 2014, que no cumplieron con su misión.
La visita de Starmer tres días después perseguía lo mismo, pero en tono más cordial. Le llevó una invitación especial del Rey Carlos de Inglaterra y hablaron de un gran acuerdo comercial entre ambos países. El Primer Ministro británico le dijo que trabajaba en estrecha colaboración con otros líderes europeos para poner tropas en el terreno y aviones en el aire para apoyar un eventual acuerdo de paz. Su país, agregó, está dispuesto a enviar soldados y aviones a Ucrania “porque es la única forma de que la paz perdure y que Putin no vaya por más”, pero Trump no se comprometió a dar garantías de seguridad militar, pues las promesas del Presidente ruso le bastaban. En términos similares a los expresados por Macrón, Starmer le dijo que no se puede “recompensar al agresor” durante la negociación de la paz, a lo que Trump respondió que había que encontrar una tregua pronto, porque de lo contrario podría no llegar nunca.
Ese mismo día tuvo lugar una reunión en el Consulado General de Estados Unidos en Estambul, Turquía, para entablar conversaciones sobre el restablecimiento de relaciones diplomáticas, nombramiento de embajadores, vuelos directos entre ambos ..